Super Bowl 2014


La Super Bowl enfrenta esta noche a Denver Broncos y Seattle Seahawks con la consabida expectación que genera siempre la única gran Liga americana que se decide a partido único. Sustentada en superlativos de todo tipo, desde las audiencias televisivas hasta el precio de los anuncios, pasando por el show musical del descanso, esta final tiene todo lo necesario para ser, por encima de los oropeles que siempre rodea a una Super Bowl, un partido grandioso.
En primer lugar, por el escenario: la NFL decidió darle al evento un barniz de los viejos tiempos y eligió un coliseo descubierto, el MetLife Stadium, en una ciudad, New Jersey, de invierno crudo, huyendo por una vez de la bonanza del sur y de los recintos techados que son el destino habitual. No habrá nieve, pero se esperan temperaturas bajo cero en una clara llamada a la épica.
En segundo término, se enfrentan los dos mejores equipos de la temporada, los que han presentado mejor balance (13 victorias por 3 derrotas) en 'regular season', algo que sólo ha sucedido dos veces en los últimos 20 años. Son, además, concepciones contrapuestas del juego. Por un lado, unos Broncos que son una trituradora ofensiva al mando de uno de los mejores quarterbacks de todos los tiempos, con un juego aéreo excepcional que les reporta anotaciones de escándalo con Welker, Decker o los dos Thomas como finalizadores y un runningback, Knowshon Moreno, en estado de gracia.
Por el otro, unos Seahawks que prescinden de la brillantez en aras de la eficacia, con la defensa más agresiva e intimidadora de la Liga. Kim Chancellor, Earl Thomas, Byron Maxwell y el explosivo cornerback Richard Sherman, el mejor interceptador de la NFL, forman lo que la prensa estadounidense ha bautizado como 'Legion of Boom', una muralla de guerreros contra la que se estrellan los ataques rivales.
Sin embargo, lo que da a esta Super Bowl una dimensión histórica es la presencia de Peyton Manning, cuya aura es inmensa y que con 37 años ha resurgido de una gravísima lesión de espalda. Puede convertirse en el primer quarterback de la historia en ganar dos Super Bowls al mando de dos equipos distintos y ganarse un hueco en la posteridad a idéntico nivel que el mismísimo Joe Montana. Manning ya ha pisado con anterioridad la tierra sagrada de la Super Bowl, experiencia de la que carece su némesis en Seattle, un joven Russell Wilson cuyo principal reto será intentar sacudirse de encima la presión del escenario

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