Ultramaratón, al limite.

 

"Es difícil explicar lo que sientes con esto, por qué lo haces. Estás tú solo contigo mismo, con una sensación de desconexión total, pero al mismo tiempo con la máxima conexión". Así explica el periodista Valentí Sanjuan sus sensaciones después de 'engancharse' a las carreras extremas, como el Ultraman del Reino Unido, donde completó -en segunda posición- 10 kilómetros nadando y 145 de bicicleta en un día, 275 pedaleando el segundo, para acabar corriendo el tercero 84 kilómetros (dos maratones).
Cada vez hay más deportistas amateur que se animan a participar en competiciones de larga distancia, como los ultramaratones -con una distancia mayor a los 42 kilómetros del maratón tradicional- o las carreras tipo ironman que multiplican horas de carrera a pie, a nado y con bicicleta más allá del triatlón convencional. Sin embargo, no ha sido hasta hace poco cuando la ciencia ha comenzado a prestarles atención a estos eventos para conocer los efectos del deporte extremo en la salud.
El ejemplo más reciente de la atención científica por el deporte extremo es el estudio ULTRA que publicaba hace unos días la revista PLoS One Martin Hoffman (del departamento de Veteranos del Davis Medical Center de California) y Eswar Krishnan (de la Universidad de Stanford, también en California, EEUU) han entrevistado a 1.200 atletas que habían participado al menos en una carrera de más de 50 kilómetros alguna vez en su vida. Su intención es seguirles durante 20 años para poder ver los efectos a largo plazo de actividades físicas tan extenuantes.
"Sabemos que el ejercicio es muy importante, y que reduce significativamente los riesgos de enfermedad cardiaca y diabetes, o que mejora el sistema inmune y los estados de ánimo", explica a este periódico el doctor Brian Krabak, especialista de la Universidad de Washington y corredor de ultramaratones (carreras con una distancia superior a los 42 kilómetros del maratón). "Lo que necesitamos averiguar todavía son las consecuencias a largo plazo de correr largas distancias. Este estudio es el inicio de un amplio seguimiento que nos dirá qué les ocurre a estos atletas con el paso del tiempo".

 

Sólo en EEUU la cifra de participantes en estas carreras ha pasado de 15.000 en 1998 a 63.530 en 2012, según datos de la revista especializada UltraRunning Magazine. El doctor Antonio Zoido sabe bien cómo ha evolucionado esta práctica, no obstante es el responsable médico del Club La Santa, que organiza el Ironman de Lanzarote desde 1992 (una carrera en la que se recorren más de tres kilómetros nadando, 180 en bicicleta y un maratón -en un máximo de 17 horas-). "En este tiempo lo que más ha evolucionado es todo lo relacionado con la nutrición y con los entrenamientos", explica desde la isla. "En los primeros años veía muchos casos de hipoglucemia, pero ahora la gente viene muy concienciada y prácticamente no vemos ningún caso", explica. Entre los problemas que más atienden en las 17 horas que tienen los atletas para completar esta prueba, Zoido destaca las hiponatremias por dilución (por beber demasiada agua durante el recorrido), las hipotermias por la temperatura del agua (pese a que el traje de neopreno es obligatorio) o los calambres.
El teniente Antonio Guardiola, enfermero al frente del puesto de socorro en la meta de los míticos 101 kilómetros de Ronda que organiza cada año la Legión en la ciudad malagueña, añade a esta lista los politraumatismos que se pueden producir en la versión de la prueba con bicicleta o los golpes de calor según la climatología (se celebra en mayo).
A su juicio, lo importante para afrontar un reto así es tener un buen entrenamiento previo (algunos recomiendan entrenar incluso durante un año antes de la carrera) y saber dosificar durante la prueba. "Si sales con mucha energía te pueden quedar por delante 10 ó 12 horas de penar. Por eso es importante dosificar, quizás más de lo que te puede apetecer", aconseja el bloguero, corredor y probador de zapatillas Luis Arribas. Quizás por la fortaleza mental que se requiere, y porque el organismo va ganando resistencia a medida que pierde potencia y explosividad, es habitual ver a corredores maduros en estos retos. La media en el estudio americano superaba los 40 años y Zoido coincide con esa percepción. "Esto requiere una experiencia mínima, haber participado al menos en otras distancias intermedias para ir viendo cómo responde tu cuerpo antes de lanzarte a recorridos de 14 ó 15 horas", explica Arribas.

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