Max Hoffman, por los años 5o importador de BMW para los Estados Unidos, convenció a la marca bávara para fabricar un roadster destinado a la exportación que demostrase la verdadera capacidad de la marca. ElBMW 507 marcó la definitiva resurrección de los de Munich tras la posguerra y se convirtió en todo un estandarte, conservándose con el paso de los años como uno de los BMW más bonitos e influyentes junto con el posterior y también excepcional BMW M1.
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