Botox a la Virago

Que la Yamaha Virago no es una moto demasiado agraciada no es una novedad. Por eso trabajos como el que ha desarrollado Greg Hageman sobre su base merecen un aplauso. Sólo el hecho de imaginársela como una cafe racer le ha tenido que costar más de una sudorosa pesadilla. El resultado es poderoso y radical, tanto que de la Virago donante sólo queda el motor y el chasis. Greg trabajó en un concesionario Harley en Tampa, Florida, y cuando dejó de vender Harleys se reinventó en  Docs Chops, donde trastea con  japonesas de los 70 y 80 y  que transforma en curradísimas cafe racers.